Las lágrimas de Shiva es una novela juvenil y de aventuras con un toque de misterio, escrita por el periodista español César Mallorquí. Fue publicada en el año 2005 por la editorial Edebé.
La novela está ambientada en España, en el año 1969, que es cuando llegó el hombre a la Luna y el caudillo Francisco Franco gobernaba en el territorio español. La historia tiene que ver con un objeto que lleva siete décadas perdido, y con el fantasma de Beatriz Obregón.
El exilio involuntario
El padre de Javier ha enfermado de tuberculosis y, dada la situación, envían a Javier a la casa del tío Luis, quien tiene cuatro hijas, a las que llaman jocosamente “las cuatro flores”. Sus nombres son: Rosa, Margarita, Violeta y Azucena, de mayor a menor.
Ya antes de salir de casa, la madre de Javier le había encomendado que no hiciera mención a las lágrimas de Shiva, un objeto valiosísimo y extraviado. Aquel asunto, a pesar de haber ocurrido casi 70 años atrás, aún generaba molestias en la familia.
Una vez instalado en la casa del tío Luis, Javier, que es un muchacho de 15 años que siente gran pasión por las lecturas de ciencia ficción y por la Luna, hace amistad con Violeta, a quien también le fascina leer.
Al principio se siente solo, puesto que debe adaptarse y allí cada uno va a lo suyo, pero pronto nota una presencia que no logra explicar muy bien; se le antoja algo fantasmal. Cada vez que la siente, percibe olor a nardos.
Violeta había notado esa presencia antes que él. Cuando se entera de que Javier también la siente, le cuenta que ella cree que se trata de Beatriz Obregón, una de sus antepasadas.
Beatriz y las lágrimas de Shiva
Beatriz Obregón se iba a casar en 1901. “Las lágrimas de Shiva” era un collar con cinco esmeraldas que le había regalado su prometido Sebastián, el heredero de la familia Mendoza, una de las más ricas de la zona. Pero ella no asistió a la boda y se extendió el rumor de que había huido con el collar para venderlo y hacer su propia vida. Más tarde se supo que falleció, aunque no estaba enterrada con el resto de la familia.
Hasta la fecha, 1969, las familias de los Mendoza y los Obregón nunca se han llevado bien; sin embargo, a escondidas, Rosa tiene un romance con Gabriel, uno de los hijos de la familia Mendoza. Por su parte, Javier y Violeta son demasiado tímidos e inexpertos como para comprender que se han enamorado.
La presencia que viene acompañada por el olor a nardos sigue apareciendo. En una ocasión, mientras Javier se baña, algo escribe “Amalia” en la pared, y este sale asustado. Violeta asegura que ha sido Beatriz, porque ha notado que la presencia de Javier la fortalece.
La solución al misterio
Un día, Javier bebe más de la cuenta y es atendido por Ramona, una asistenta. Durante la conversación que mantienen, Ramona menciona a Amalia, que fue una criada de Beatriz, y descubre que aún está viva.
Javier y Violeta encuentran una carta de amor que involucra a Beatriz con un señor llamado Simón. Entonces deciden ir a hablar con Amalia, que ya es una anciana, y esta les cuenta que Simón y Beatriz se fugaron antes del matrimonio, con destino a América, y que la muchacha falleció en Jamaica.
Esa noche, la presencia se aparece ante Javier y le da más indicaciones. Beatriz le había confiado el collar a Amalia antes de irse, para que se lo diera a su padre, pero esta lo guardó debido a las rencillas familiares. Al día siguiente, Javier va a ver de nuevo a Amalia, que le entrega el collar.
Cuando Javier llega a casa con las Lágrimas de Shiva, todos están felices. Gabriel pide la mano de Rosa y don Luis acepta. Al día siguiente van a la playa y, justo cuando se despiden, Javier y Violeta se dan un enorme beso. Mientras tanto, se esparce por el aire un fuerte olor a nardos.